Sunday, March 30, 2014

Palmasola En la cárcel, los sintecho y las extorsiones abundan

Parecen muertos en vida. Envueltos en sábanas y colchas hasta la cabeza, apenas dejan ver uno que otro pie descalzo y denotan, en su mayoría, que son jóvenes. Ellos son conocidos como los sintecho, duermen a la intemperie, sobre la tierra que con la lluvia se transforma en barro mezclado con aguas servidas. Ni la llovizna, como la que caía cuando pasamos junto a ellos, los despierta. Son la ‘escoria’ de la Palmasola, una sociedad con sus propias reglas, donde estos hombres no tienen derecho ni a hablar.

Los propios internos cuentan que los sintecho, tirados junto al muro trasero del PC-4, sobreviven de la droga y del alcohol que les regalan el grupo de reos que reina en el penal y que solo los usan para movilizarlos en caso de protestas o revueltas.

Otros, con un poco más de suerte, se ganan el techo desde la medianoche hasta las 6:00 del día siguiente pagando Bs 5 para dormir en un pabellón común.

Ese es el caso de un interno que ya cumplió ocho de sus 21 años de sentencia. El hombre se sienta sobre un bulto que carga de un lado a otro, porque no tiene para alquilar un cuarto, que comúnmente cuesta Bs 350 al mes. Sobrevive con lo poco que gana de la venta de las alcancías y gorras que hace. Muestra su brazo lleno de cicatrices de los cortes que se hacía cuando era drogadicto. Hoy, aunque no tiene abogado, está esperanzado en salir libre en dos años más. Solo tiene una hija de 10 años que lo iba a visitar el viernes, para asistir a un cumpleaños de niños que estaba organizando la esposa de otro reo. Pese a todo, allí pareciera que la vida transcurre como afuera.

Librado a su suerte

Según dice, la embajada de su país le envía un monto de dinero cada cuatro meses, pero solo le alcanza para pagar sus gastos básicos de un mes. Durante su primer año de encierro tuvo que aprender a tejer hamacas para sobrevivir y, aunque es un buen ingreso, no tiene plata para comprar los hilos. Habla de Dios y asegura tener fe en que alguien lo ayudará para seguir trabajando, al menos así tendrá su mente ocupada en algo positivo.

La violencia física y sicológica es cosa de todos los días. Un exreo, V.B., que estuvo preso durante una década, cuenta que el derecho de piso y el seguro de vida lo cobran al ingresar, dependiendo de la cara de quien llega. “Si es un asaltante que se ha robado de $us 200.000 a un millón le sacan la mugre (se dice que hasta $us 10.000), al igual que al narcotraficante que pasa de los cinco kilos. A los narcos menores les cobran 500 dólares y a los asesinos o acusados de homicidio les sacan entre 200 y 300 dólares. Adentro, les sacan otros Bs 800 y otro grupo los amenaza diciéndoles que los llamaron para que lo maten si no les dan Bs 5.000 o más. Si no pagas te sacan la mugre, te torturan y hasta te violan”, relata y asegura que es un círculo vicioso de uniformados y dirigientes de reos. El último caso fue el de un reo de 20 años que por no pagar el seguro de vida fue violado con un desodorante. Se niega a declarar por temor a que lo maten al volver; el jueves fue dado de alta en el hospital.

De estos cobros no hay factura, pero se habla de que se mueven hasta $us 30.000 al día. “Cuando estaba en el PC-4 llegó un grupo de unos 15 colombianos. A cada uno le sacaron de a $us 2.000 ¿se imagina cuánta plata?”, se preguntó el exrecluso indignado. En el penal incluso dicen que les meten la cabeza en un turril con agua hasta que ‘suelten los quintos’.



¿Disciplina?

En una de las calles del centro del PC-4 está el bote, la única celda con reja. Un joven se levanta en medio de la penumbra, se aferra a uno de los barrotes y, mientras pide un poco de comida, se queja que desde hace un año lo tienen ahí. En el piso hay más de 30 hombres apeñuscados y tirados. Se dice que son los ‘revoltosos’ o adictos que generan problemas. Algunos llevan años en ese cuarto frío, donde hasta hace poco llovía más dentro que fuera.

En la cárcel mandan los treintones y no les dicen así por sus años de vida, sino por sus años de sentencia. Según el exreo, Palmasola es la primera nación autónoma de Bolivia donde mandan los asesinos y los violadores a punta de extorsiones y violencia. Para él, ninguna autoridad pone orden en el penal porque se mueve mucha plata, sin contar los botines de atracos y robos dirigidos desde adentro.

Para otras personas, la situación es más tranquila desde hace unos seis años, cuando mandaba ‘la pesada’, otro grupo de reos aún más violentos

JÓVENES Y GAIS ESTÁN MEZCLADOS CON TODOS

Un muchacho de 17 años, con una sonrisa amable, cuenta que hace un año lo detuvieron por un supuesto robo del que dice ser inocente. Al principio lo visitaba su mamá, pero ahora está enferma. Lo metieron al PC-3, donde se ambientan los nuevos, le cobraron y como no tenía plata tuvo que levantarse todos los días a las cuatro de la madrugada a limpiar baños durante varios meses. Hace poco lo pasaron al PC-4 donde se gana el derecho a un pedazo de techo y comida limpiando, cocinando y sirviendo a otros reos. Como él hay muchos, a quienes llaman los ‘becados’.

Así conviven con acusados de asesinato, atracos y otros delitos graves. También se los ve alzando pesas, jugando ajedrez o entrenando gallos de pelea.

Es mediodía y por otra calle aparece un grupo de homosexuales de ropa apretada y coqueteando a otros internos. No faltan los piropos de algunos reos por el más ‘cachorro’ de todos, como le gritan al que no llega ni a los 20 años. Ellos también son presas de abusos.

EN DETALLE

1 El cobro del derecho de piso y el seguro de vida es vox populi, aunque nadie se atreve a denunciarlo por temor a represalias. Si lo hace, hasta su vida está en peligro.

2 El trabajo de las iglesias católica y evangélica es pilar fundamental en la ayuda espiritual a los reos, en su educación y su capacitación laboral.

3 Hay reos que dicen salir del penal cuando ellos quieren. En fotos de celulares se los ve en restaurantes o el estadio.

Cifra

5.000
RECLUSOS
Es el número aproximado de los que existen en Palmasola. Más del 75% no tiene sentencia

No comments:

Post a Comment