Monday, May 4, 2015

Los secretos del celular de Dennis Mejía salen a la luz

Hasta ayer era un misterio el contenido del teléfono móvil del exdirector de Régimen Penitenciario de Cochabamba. OPINIÓN accedió a fotografías del celular y halló que mantenía un flujo intenso de llamadas con Ariel Tancara y otras personas. Tancara le expresa en un mensaje su amistad y Mejía le corresponde. En WhatsApp, sus compañeros de una Logia Masónica debatieron cómo mover “influencias” políticas para ayudarlo.

El día en que Dennis Mejía supo que iba a ser aprehendido no dejaba de escribir en su teléfono celular. Era el 17 de septiembre de 2014. Habían pasado tres días de la matanza en El Abra y los 544 reclusos se habían amotinado exigiendo ser escuchados.

El entonces ministro de Gobierno, Jorge Pérez, accedió a oírlos y el que fungía como director de Régimen Penitenciario, Dennis Mejía, lo acompañó sin imaginar que de aquella reunión saldría esposado.

Reunidos con Pérez en el patio, los reclusos denunciaron que fueron víctimas de abusos, torturas y extorsiones por una red de la que formaba parte Mejía.

Uno de los internos reveló que por derecho de piso y para no ser asesinado ni violado dentro de la cárcel tuvo que pagarle 30 mil dólares al entonces delegado Édgar Ariel Tancara Sandagorda. Entregó el dinero a El Tancara en presencia de Mejía, quien no habría hecho nada para impedir la extorsión. Pérez ordenó a la fiscal que tomaba notas que procediera como correspondía, con la detención de Mejía.

Desde entonces, la exautoridad lleva casi ocho meses detenida preventivamente en la cárcel de Arani mientras la Policía y la Fiscalía investigan su relación con el delegado asesinado. Lo que hasta hoy era un misterio era el contenido del celular de Mejía en fotos y textos.

Meses antes de la matanza en El Abra, Mejía se había iniciado en una Logia Masónica con ayuda de un capitán de la Policía. Los integrantes de la Logia crearon un grupo en WhatsApp, que se llama Osiris 5, mediante el cual se mantenían comunicados para ayudar a Mejía.

En el teléfono de Mejía fueron halladas fotografías de ritos masónicos, reuniones, comidas y otros eventos del grupo formado por personas de distintas profesiones.

También existen bastantes mensajes de texto intercambiados con dos mujeres que son cabos de la Policía, llamadas constantes entre Mejía y el exgobernador mayor Yuri Duk, con algunos jueces y juezas, entre ellas Yolanda Ramírez, con policías de diferentes grados y con el delegado asesinado Edgar Ariel Tancara.

AMISTAD CON TANCARA

Un “curioso” mensaje de Ariel Tancara llama la atención porque el gánster felicita a Mejía por el Día de la Amistad y le confiesa que lo considera su amigo. La exautoridad le respondió que también lo considera un buen amigo y le agradece todo su apoyo.

MASONES SE MUEVEN

En WhatsApp, el Grupo Osiris 5 debatió bastante sobre cómo ayudar a su compañero de Logia y varios de los integrantes fueron comentando que llamaron al fiscal de Distrito, Freddy Torrico, a un fiscal en Sacaba y a otros profesionales afines al Gobierno, pero que les dijeron que al vivir el país una etapa preelectoral, la instrucción superior era “darle con todo” a Mejía. Este diario conoce, de fuentes reservadas, que el día que fue arrestado y debía ir a prestar sus declaraciones a la Fiscalía de Sacaba, Mejía consultaba al Grupo Osiris qué hacer ante su arresto y cómo podía solucionarlo, en el entendido de que entre sus compañeros de Logia hay abogados, capitanes de la FELCC y otros oficiales de la Policía.

El WhatsApp es una aplicación para teléfonos inteligentes que sirve para enviar fotos, audios, videos y textos, de forma gratuita, a otras personas o grupos formados por afinidad o intereses.

Lo único que se requiere es que el o los teléfonos tengan acceso a internet por wifi o través de un plan de datos.

Las conversaciones entre grupos o personas, vía WhatsApp no están “expuestas” al público como los comentarios del Facebook y parecieran ser secretas, pero en realidad son más riesgosas porque no se pueden borrar y quedan en los teléfonos de los miembros del grupo.

La matanza en El Abra abrió dos vetas de investigación. La primera se refiere a las pesquisas para identificar a los autores materiales e intelectuales de los cinco asesinatos y las 11 personas heridas el pasado 14 de septiembre, cuando la violencia estalló en medio de una fiesta en el penal de El Abra.

La segunda vertiente de la investigación está relacionada con las graves denuncias de torturas, extorsión y corrupción a las que eran sometidas los reclusos por un régimen del terror impuesto por Ariel Tancara y del que presuntamente formaban parte el exgobernador de El Abra mayor Yuri Duk, la jueza de Ejecución Penal 1 Yolanda Ramírez, el exdirector de Régimen Penitenciario Dennis Mejía y otros policías que trabajaban en El Abra.

Dennis Mejía es investigado por la comisión de los delitos de concusión (recibir sobornos aprovechando su cargo) e incumplimiento de deberes, que de acuerdo a la Ley Marcelo Quiroga Santa Cruz, tienen pena de cárcel.

El 19 de septiembre de 2014, Dennis Mejía negó todas las acusaciones y sostuvo que la finalidad de las mismas “es afectarme porque siempre he luchado contra las extorsiones y he trasladado de penales a muchos reos”.

La primera denuncia contra Mejía la presentó un recluso de apellido Uzquiano en 2013. Él relató que llegó a El Abra sindicado de cometer estafas con terrenos y Ariel Tancara supuso que tenía mucho dinero. Le exigió, para dejar de torturarlo, el pago de 30 mil dólares por concepto de derecho de vida. Según Uzquiano, tuvo que conseguir el dinero porque las torturas eran insoportables. Hizo el pago a Tancara delante de Mejía y éste no hizo nada para impedir el delito siendo una autoridad. Uzquiano sentó denuncia ante la Fiscalía, pero esta instancia la desestimó. Finalmente, este caso se convirtió en el motivo de la detención inicial de Mejía. Después, los reclusos abusados rompieron el silencio y relataron que Mejía sabía de todas las torturas y extorsiones porque ellos le pidieron socorro por carta y en forma verbal.

Sin embargo, Mejía nunca hizo nada por defender a los internos de los abusos porque, según ellos, “él y otros funcionarios de Régimen Penitenciario recibían su parte, en efectivo y en muebles para sus casas”. Muebles que los carpinteros de El Abra estaban obligados a fabricar “de regalo” y bajo amenaza de torturas para todas las autoridades que conformaban la red de corrupción en torno al penal.



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