Tuesday, July 26, 2016

Cochabamba Las reclusas lavan lo mismo, pero se quedan sin dormir

Son las nueve de la mañana. Comienza el horario de visitas para las internas del penal San Sebastián, mujeres. A esa hora, el patio central del caserón centenario se convierte en la sala para atender a los amigos, familiares, abogados y otras personas que llegan al lugar. Las mesas rojas de plástico se encuentran dispuestas en los cerca de 36 metros cuadrados, donde el frío cala la piel porque no llega ni un rayo de sol.

Desde ese momento comienza la entrega de ropa para el lavado a través de una ventanilla. El control está a cargo de las oficiales de la Policía, quienes custodian el recinto penitenciario. Las prendas llegan en bolsas plásticas grandes, de esas de rayas de color celeste y blanco. Se observan poleras, jeans, camisas, pijamas de franela, chompas. También hay frazadas y edredones.

Para dar abasto con los pedidos, las internas pasan la noche sin dormir para aprovechar el agua que el Servicio Municipal de Agua Potable y Alcantarillado (Semapa) les provee en la madrugada. Es su única fuente de abastecimiento.

En el penal San Sebastián viven cerca de 160 mujeres en condiciones de precariedad, hacinamiento y pobreza. Las reclusas se autosustentan económicamente en el recinto penitenciario. Se dedican al lavado y planchado de ropa, tejido, costura y comercio en general.

Diez privadas de libertad se ocupan del lavado. Ellas se organizan por turno durante el mes para poder usar las ocho lavanderías que están instaladas en la planta baja de la cárcel. Para algunas es su única fuente de subsistencia en el encierro.

LA RUTINA La faena comienza a las cuatro de la tarde con la clasificación de las prendas. Cada una debe tener una señal para que no se mezcle entre las ropas de sus clientes y para evitar confusión con la que reciben las otras lavanderas. Suelen ser pedazos de lana de diferentes colores, que son colocados en un lugar específico de los trajes.

La tarea continua con el remojo de la ropa. Luego comienza el lavado de unas diez docenas. Por la escasez de agua, el enjuague debe esperar hasta las tres de la madrugada. A esa hora sale el agua de Semapa. Deben darse prisa porque solo hay provisión hasta las seis de la mañana.

La ropa mojada es embalada. “Las cargadoras” se encargan de subir los costales pesados hasta el tercer piso, donde están colocados los alambres para el secado. Cobran 10 bolivianos por viaje.

Después del secado comienza la dinámica rutinaria de las lavanderas. Algunas comienzan sus tareas de cocina en la olla común.

“Vale la pena el sacrificio porque si lavamos menos, no nos alcanza para los gastos mensuales”, cuenta una de las mujeres que mantiene a sus dos hijos con ese trabajo. Al mes gana cerca de 500 bolivianos y los ahorra “al máximo”. No cuenta con el apoyo de una pareja y los prediarios son tardíos, 6.54 bolivianos por día.

La reclusa fue detenida por la Ley 1008 y asegura que todos los días de su vida “se arrepiente de haber sido tentada por unos pesos”.

“Si necesitan, que se compren”

El penal San Sebastián mujeres tiene un depósito en el piso con una capacidad de 20.000 litros. Además, tienen dos tanques de plástico de 10.000 litros que se encuentran en el tercer piso.

A pesar de la existencia de los tres depósitos, las mujeres encargadas del lavado no pueden usar el agua de ninguno de los recipientes. “Para ellas está prohibido”, dicen algunas reclusas.

El agua almacenada solo alcanza para el uso cotidiano de las reclusas, para los baños y para la cocina.

“Las lavanderas ganan de su trabajo y tienen que comprarse agua si les falta”, coinciden.

Esa determinación obliga a las mujeres a permanecer en vela esperando la hora en que Semapa les provisiona el servicio. Suele ser a las tres de la madrugada.

Las lavanderas tienen bajo su administración cuatro turriles de plástico de color negro para almacenar el líquido.

El día que OPINIÓN visitó San Sebastián, todos los turriles estaban vacíos. Les esperaba otra jornada de transnoche para atender el pedido de sus clientes.

Apuntes



Hacinamiento

Las reclusas del penal San Sebastián mujeres habitan en condiciones de hacinamiento. Son cerca de 160 que viven en situación de precariedad y pobreza. La situación es la misma en las cárceles de Cochabamba y del resto del país.

Detención

Cerca del 70 por ciento de las mujeres está detenida preventivamente.

Solo el 30 por ciento cuenta con sentencia ejecutoriada. Para resolver este problema de retardación de justicia, las autoridades judiciales implementaron el sistema de descongestionamiento llevando los juzgados y las fiscalías a los recintos.

Ingresos

Las reclusas realizan diferentes actividades comerciales al interior del penal para generar ingresos. En el patio principal se ofrecen jugos de fruta, de todos los sabores y combinaciones. Una de las mujeres del lugar ambula con masitas para acompañar el aperitivo.

En el lugar también está el almacén de abarrotes de donde se abastecen las internas que tienen cocina o las encargadas de la pensión.

El tejido, la costura, el bordado en tela, el lavado y el planchado son otras tareas desarrolladas por las reclusas.

La internas promocionan hasta fines de julio, la venta de ropa de invierno en la tienda de exposición que tienen junto a la cárcel, en la plaza San Sebastián.

Régimen penitenciario

La directora de Régimen Penitenciario, Rocío Quipildor, señaló que en los últimos meses se atendieron las necesidades de las reclusas en cuestión de refacciones. Hace dos semanas mejoraron los mesones del sector del comedor, situado en el lado oeste del patio central, próximo a las lavanderías.

Gobernación

Desde la Dirección de Desarrollo Humano de la Gobernación informaron que se repartiría agua en carros cisterna, pero las reclusas explicaron que solo falta líquido para las lavanderías. El tanque de hormigón y los depósitos de plástico les abastecen para la cocina y el baño.

Hace dos semanas las duchas funcionaban y contaban con agua en los lavaplatos de la cárcel.

Apoyo

La Pastoral Penitenciaria realiza un trabajo continuo de apoyo a las mujeres con la entrega de maquinaria y la capacitación en costura, tejido, repostería y otros.


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