Monday, July 4, 2016

Un joven asesino agradece a un “matón” por haberlo rehabilitado

Daniel V.P. tenía 17 años cuando ingresó a la cárcel condenado a 30 años de reclusión por el delito de asesinato. Por su juventud y agresividad no fue difícil comandar a los reos junto a otro recluso. A sus 22 años lo trasladaron al penal de máxima seguridad El Abra y desde allí agradece a Balú, uno de los "matones" del extinto Ariel Tancara, por haberlo rehabilitado.

Criado solo por su madre, junto a sus siete hermanos, Daniel trabajó desde los 12 años. A los 15 ya tenía el dinero e independiencia que necesitaba para salir a fiestas y reuniones entre amigos. Rápidamente fue reclutado en una pandilla del municipio de Sipe Sipe.

La mentira fue su aliada permanente para que su madre nunca se percatara de sus andanzas. "Bebíamos, tomábamos de todo, llegaba tarde, peleábamos, de todo…".

El día del crimen, Daniel había ingerido toda clase de bebidas en un baile de su comunidad. Junto a su pandilla incitaron a un joven a salir del local para luego acribillarlo a patadas y puñetes, mientras otra persona se encargó de cerrar el local impidiendo la salida de cualquiera que pueda auxiliarlo y salvar su vida.

La sentencia indica que Daniel fue quien apuñaló a la víctima causándole la muerte. Dos de sus amigos, que participaron del crimen, también fueron sentenciados a 30 años de reclusión.

Los primeros años los cumplió en el penal de Quillacollo, luego fue recomendado por el entonces director de Régimen Penitenciario, Erwin Sandoval, para ser trasladado al penal de El Abra.

"Me golpearon y me pidieron mi derecho de vida -2 mil dólares- pero no les di nada”, contó al recordar que no fue difícil habituarse a este modo de vida. Por sus faltas era enviado reiteradas veces a aislamiento, donde conoció a Balú, quien asegura que le cambió la vida y rehabilitó.

"El Balú les prendía fuego a los que se dormían. Entonces yo me quedaba leyendo la Biblia hasta las tres y cuatro de la mañana. Él me obligaba a leer la Biblia y ahí conocí a Dios".

Actualmente, Daniel asiste a las reuniones de personas evangélicas en el penal y recuerda desde el primer día el Proverbio que le hizo reflexionar. "Dios reprende a quien ama, como el padre al hijo a quien quiere"; apoyado en este proverbio él aguarda el resultado de su requerimiento de cesación a la detención. "Ya me siento en paz, ya no tengo esa desesperación. Si es la voluntad de Dios, saldré".

La mirada rebelde de aquel adolescente con rastas y pircings en todo el rostro ha cambiado por alquien que escucha atento y responde siempre con tono suave. Este día está algo inquieto, le informaron que su compañero, con quien fue condenado a 30 años, será trasladado al Abra. "Dice que su madre fue a mi casa a pedir clemencia para que yo no le haga daño. Yo no sé por qué lo hizo, si yo ya no soy así, he cambiado".

"Si Dios quiere", Daniel espera salir en paz de este encierro y predicar en los diferentes penales la Palabra de Dios. "No quisiera que nadie más llegue aquí", afirmó.

ANÁLISIS

"En las cárceles de Cochabamba no hay política de reinserción y menos para estos jóvenes", afirma la responsable de la Pastoral Penitenciaria, María Ángeles González, dijo al lamentar que este sector de la población esté expuesto a tanta violencia y degeneración.

González considera que en los recintos penitenciarios no existe la estructura ni la clasificación requerida para su rehabilitación.

Para el juez de Ejecución Penal Nº 3, Santiago Maldonado, existen acciones a corto, mediano y largo plazo que podrían aminorar el problema.

"Primero se debe clasificar a los internos y aislar a los peligrosos y muy peligrosos. Luego, se podría pensar en que las alcaldías construyan centros de detención preventiva; está en la Ley de Municipalidades. Y finalmente, se deben construir centros penitenciarios con toda la estructura para la rehabilitación".

“La sanción debería llegar a los padres”

La falta de orientación, educación y amor a la vida y a los prójimos es para la juez Público Civil Comercial de Familia Instrucción Penal Nº 1 de Vinto, Melvy Camacho, la razón por la que adolescentes y jóvenes empiezan a delinquir. En el análisis de esta autoridad “la sanción debería llegar a los padres” por ser los responsables de la vida de estos jóvenes.
Jóvenes reciben grave impacto con su pena

La responsable de la Pastoral Penitenciaria de Cochabamba, María Angeles González, considera que los jóvenes reciben un fuerte impacto cuando son condenados a prisión y mucho más cuando las penas son muy largas. Es desde este momento que los reclusos deberían recibir el apoyo para su rehabilitación y reinserción social.


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