Camila fue raptada de la puerta de su colegio, el Santa Ana, en pleno centro paceño, a las 12.30 del jueves. Abigail Chuquimia, una mujer que un día antes había tomado contacto con la mamá de la víctima para trabajar en su casa como niñera, se la llevó.
Karina Ticona, la mamá de la pequeña se retrasó cinco minutos para recogerla, tiempo que fue aprovechado por Abigail para plagiar a la niña. Cuando Karina no halló a su hija y le informaron que su “niñera” se la había llevado, supo que la habían raptado y acudió a las autoridades.
La incertidumbre agobiaba a los padres de la menor, hasta que a las 15.00 recibieron varios mensajes de texto, donde les exigían que paguen un rescate de 50 mil dólares y les advertían que si no entregaban esa suma, había otras cuatro o cinco ofertas para comprar a Camila.
Amenazas
Como los padres, familiares y amigos viralizaron la alerta y fotos de la secuestradora, también fueron amenazados para que no den información a la Policía ni a los medios de comunicación, de lo contrario matarían a Camila.
Esas amenazas aflijieron a los padres y decidieron comunicarse mediante mensaje de texto con los raptores y concertaron cómo y dónde entregarían la suma acordada, pese a que no tenían ese dinero.
Pidieron pruebas de que Camila estaba bien, y entre las 18.00 y 19.00 recibieron dos llamadas de la niña, que apenas pudo decir “papá” antes de estallar en llanto por la situación que estaba viviendo.
Mientras tanto, el ministro de Gobierno, Carlos Romero, informado sobre el caso, instruyó la movilización de 350 policías para buscar a la niña en El Alto y Villa El Carmen, de La Paz.
Además desplegaron equipos de Inteligencia que realizaron la triangulación de las llamadas hechas a la familia, y establecieron el sector de donde procedían: la zona Senkata de El Alto
El fiscal asignado al caso, Marco Antonio Vargas, explicó que no se concretó la entrega del dinero de acuerdo con las condiciones puestas por los raptores. Junto con la Policía decidieron intervenir en la zona identificada con la triangulación de llamadas, y aproximadamente a las 11.30 de ayer ingresaron al domicilio donde Camila permanecía cautiva, encerrada bajo llave en un ropero.
Wilson Cruz y Karina Ticona, papás de la menor, enterados del operativo, llegaron a Senkata a las 12.30 y abrazaron a su hija, quien recobró la alegría en cuanto se vio rodeada de sus progenitores.
El director departamental de la Fuerza Especial de Lucha Contra el Crimen (FELCC), coronel Gary Omonte, informó que el hermano de Abigail, Elmer Iván Chuquimia, también es coautor del plagio. Ambos serán procesados por el delito de trata y tráfico de personas.
Sin embargo, mientras era trasladada a celdas policiales, Abigail proclamaba ser una víctima, y que fue contratada por una tercera persona para cometer el delito. “Ese hombre”, atinó a decir a medios de prensa.
Entre tanto, y tras cumplir con algunos requerimientos policiales, el papá se encontró con su esposa y la pequeña Camila, que tras llevar casi un día de desaparecida retornó a su hogar.
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