Sunday, June 4, 2017

Pandillas se fragmentan y crean redes para delinquir


Descalzo, con un corte de pelo estilo mohicano, camiseta blanca percudida, pantalón azul entrecortado en la parte del muslo y con un tatuaje de un ángel borroso en su cuello, Deybis, como se refiere a él su compañero de una celda con olor a polilla y orina, saluda con una sonrisa posada: “¡Hola locango!”.


Solo tiene 16 años. Hace algunos meses dijo que formaba parte de los DCA2. Ahí tenía una familia, pero, por la salida de uno sus ‘hermanos’ -así lo identifica-, ya no frecuenta este grupo. El joven fue aprehendido hace poco en la zona de La Pampa de la Isla, sindicado de robar, junto con un mototaxista, el celular de una estudiante de colegio.


Pero el nombre DCA2 también se repite en la Villa Primero de Mayo y en Los Lotes, donde hay pandillas como la Bola 8, Mundo Libre, BDR y Lating King.


Guillermo Dávalos, coordinador en la Fundación SEPA, indica, basado en los datos actualizados del estudio La peligrosidad de las pandillas, que de los cerca de 150 grupos que operan en Santa Cruz como pandilla, entre 12 y 14 son recurrentes en actos delictivos. Este estudio también revela, según Dávalos, que más de un 90% de estos grupos están asociados al consumo de drogas y un 10%, al microtráfico de sustancias ilícitas. Agrega que, por esta razón, las pandillas se están volviendo redes interconectadas por la comercialización al raleo de diversos estupefacientes.


De acuerdo con Pedro Silva, director de la Felcc de la Pampa de la Isla, las pandillas -integradas por jóvenes de entre 14 y 21 años que otrora eran numerosas- también se están fragmentando en grupos de tres a cinco personas con el propósito de delinquir en lo que llaman robos de mínima cuantía o también conocidos como de bagatela.


Silva asegura que en la mayoría de estos casos las víctimas de estos jóvenes que llegan a recuperar sus pertenencias no presentan una denuncia formal contra el menor involucrado en el hecho, sino más bien arreglan y desisten, por lo que algunos vuelven a delinquir.


Marco Antonio Tórrez, director de la Felcc de la Villa Primero de Mayo, también observa la fragmentación en estos grupos irregulares y acota que el fenómeno se presenta, principalmente, cuando hay discusiones o roces entre los miembros de una pandilla en contra de los integrantes de otro grupo.
Precisa que estos grupos se asemejan a los clubes de fútbol: tienen categorías (pibes, juveniles y profesionales) donde las personas de rangos menores anhelan ser como los profesionales y se entrenan para este fin.


El uniformado agrega, además, que junto con estas nuevas microcélulas se evidencia una mayor agresividad. Precisa que se han atendido al menos cinco casos de menores cometiendo robos agravados con armas blancas o que han hecho uso de la violencia.


Tórrez precisa que identificaron las zonas donde aún se reúnen pequeños grupos de pandillas, como los Amantes, los BDR, los Bola 5 y los Bola 8. El jefe policial dice que en los colegios se forman la mayoría de estos grupos, que son impulsados por los microtraficadores de droga.


Rubén Suárez, comandante de la Policía, precisó que durante su gestión se conformaron brigadas para realizar requisas en al menos seis unidades educativas. Indicó que continúan con las patrullas de control en lugares abiertos como las plazas.


Recordó, por ejemplo, una intervención realizada a mediados de abril en Los Tusequis, en coordinación con la junta de padres, donde detuvieron a más de 50 jóvenes de entre 13 y 22 años, entre ellos a ocho mujeres- portando arma blanca y droga.

Problema generalizado
Dávalos dice que las pandillas no se asocian directamente a la pobreza, sino más bien a las carencias de los vínculos familiares. Por ejemplo, han identificado pandillas en los distritos 6 (La Pampa de la Isla), 7 (Villa Primero de Mayo), 8 (Plan Tres Mil) y 12 (Los Lotes). Pero también en el 1 (Equipetrol) y el 4 (Las Palmas). Si bien en estas dos últimas zonas no se visibilizan tanto las pandillas es, según Dávalos, porque tienen recursos para comprar alcohol y droga, pero al igual que en las familias de escasos recursos, tienen carencias en los valores.


“Los padres no están cumpliendo el rol que debe cumplir. Por falta de dinero o por mucho dinero están perdiendo el control sobre sus hijos”, añadió.

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