Monday, November 7, 2016

Madre de Zarlet vive un drama hace 4 años, pero confía que su hija aparecerá pronto

Han transcurrido cuatro años, cuatro meses y 33 días desde la desaparición de Zarlet Clavijo Martínez y hasta la fecha no hay una pista sólida sobre su paradero y situación. No obstante, sus padres están convencidos de que su hija está viva y que la recuperarán en cualquier momento.

Zarlet tenía 17 años cuando desapareció en la calle 16 de Julio de La Paz, el 4 de junio de 2012, y desde entonces sus progenitores la buscan por todos los medios posibles.

La madre de Zarlet, Marcela Martínez Sempértegui, tiene la firme convicción de que encontrará pronto a su hija, que ella está viva y no oculta su anhelo por el momento del reencuentro.

Martínez puntualiza que todas las pertenencias de su hija, en la habitación que ocupaba, están intactas, esperando por ella.

P. A cuatro años de la desaparición de Zarlet, ¿qué avances hay en la investigación, qué dice la Policía?

R. El año pasado, en octubre, se realizó un encuentro latinoamericano contra la trata y tráfico de personas, en La Paz, organizado por la Universidad Mayor de San Andrés, en la que participé de la inauguración. Ese día, a la hora del almuerzo, recibí una amenaza en mi celular, de una persona que me recordaba que yo había incumplido el compromiso de no presentarme en un lugar público con este tema y que por eso mi caso sería cerrado.

Después de una semana, efectivamente recibí la notificación, en mi domicilio, del cierre formal del caso, de manera que se rechazaba la denuncia.

Presenté legalmente una objeción para que la resolución de la fiscal asignada no se cumpla. Hace cinco semanas se revocó esta decisión y el caso está nuevamente abierto.

Ahora estoy esperando la designación de una comisión de fiscales para formalizar todo lo que he avanzado de manera privada.

De manera formal, ellos no han llegado a nada y justamente por eso decidieron cerrar el caso, incumpliendo todo acuerdo y compromiso internacional que señala que la trata y tráfico de personas es un delito de lesa humanidad, por lo que no prescribe.

P. ¿Usted como madre qué hipótesis tiene sobre la desaparición de su hija?

R. Tengo más de una hipótesis, pero estoy esperando la designación oficial de la comisión de fiscales para formalizar los datos que he obtenido por medios privados. Por el momento no puede dar más detalles.

P. ¿Cómo y en qué forma afectó la desaparición de su hija, hace cuatro años, a su familia, a su persona?

R. Totalmente. Mi vida ha cambiado a partir del secuestro de mi hija. Por un lado, en el aspecto laboral. Los primeros seis meses prácticamente hemos dejado de lado todo y nos hemos dedicado íntegramente a la búsqueda de Zarlet. Posteriormente, algunos miembros de mi familia han ido retomando sus actividades, su vida. En mi caso, recién el año pasado, para el cumpleaños de Zarlet, cuando cumplió 21 años, reabrí mi bufete e implementé un área de responsabilidad social para atender en forma gratuita casos de trata y tráfico de personas.

Pero ahora toda mi vida y mis actividades giran en torno a la búsqueda y recuperación de mi hija.

P. ¿Qué persona, familiar o amigo ha sido quien más apoyo le ha brindado en todo este tiempo?

R. Mis familiares más cercanos siempre han estado conmigo en los momentos más difíciles, además de mis amigos. La nueva pareja que tengo me apoya de manera total en la búsqueda, me acompaña en los operativos, está pendiente conmigo. Agradezco también el apoyo de la prensa porque continúa haciendo seguimiento del caso.

P. ¿Qué recuerda de su hija, cómo es, qué estudiaba?

R. Zarlet no logró concluir el colegio porque la secuestraron el año que debía salir bachiller, pero tenía muchas actividades extracurriculares. Estudiaba chino y estaba en la Academia de Bellas Artes, tocaba violín, cantábamos juntas como sopranos. Ella tiene muchas aptitudes, es muy hábil para la repostería, joyería y manualidades.

Estoy segura de que mi hija encontraría siempre la forma de salir adelante, de sobrevivir, de tener alguna actividad.

Dentro del drama de no saber dónde está, si come o no, si duerme o no, tengo la seguridad de que ella tiene una amplia capacidad de adaptarse al medio en el que se encuentre, porque la he criado de tal forma que ella puede dormir en un hotel de cinco estrellas o en una carpa en el piso. Mi hija se acomoda a todo y estoy segura que ella tiene mucha más fortaleza que yo para salir adelante.

P. ¿Qué pensaba estudiar al salir bachiller?

R. Ella estaba decidiendo entre Ciencias de la Educación o Psicología.

P. ¿Y usted cómo logra sobrellevar todos estos momentos difíciles para no desfallecer?

R. Yo tengo una gran responsabilidad, de que Zarlet aparezca. Si yo caigo, mi hija cae. La fortaleza que tengo es por ella.

Y esa fuerza no viene solo de mí, sino de Dios. Soy muy creyente y para mí ha sido muy reconfortante poder meditar. Mi hija también lo hace y considero que a través de la meditación estamos conectadas.

Yo tenía también un seguimiento médico y psicológico, pero nunca he aceptado medicación porque ni siquiera tomo una aspirina. He tenido momentos de depresión y en varios momentos me bajó la presión.

He llegado a pesar 45 kilos, cuando mi peso normal es 54, pero ahora me he recuperado. Actualmente como cinco veces al día, tomo suplementos para no bajar de peso y siempre tengo actividades.

Al principio no podía concentrarme en nada, pero ahora logro hacerlo. He retomado también mi actividad académica que había dejado de lado, tengo un doctorado a medias que no lo continúo porque no puedo salir afuera, pero estoy retomando mis estudios de manera virtual.

Y ahora estoy preparándome para el momento en que retorne mi hija, porque la negligencia que hay en las autoridades en el país no se va a quedar impune, haré la denuncia internacional por todo lo que estoy viviendo, cuatro años de retraso para recuperar a mi hija Zarlet.

P. ¿Las pertenencias de su hija siguen tal como ella las dejó el día en que desapareció en La Paz?

R. Todas sus pertenencias están esperando por ella, no hemos dejado de tener un lugar en la mesa para ella. Tengo un pequeño altar donde está su foto y la imagen de la Virgen María que la protege.

P. ¿A qué instancias recurrió tras conocer la desaparición de su hija, a la Policía, a detectives privados, a algún adivino?

R. Como abogada, a las primeras instancias que acudí fue a la Policía y al Ministerio Público. Y pese a que se designó a una comisión de fiscales, no se resolvió nada.

Ahí fue más bien cuando empezaron a trabajar los operativos y estoy segura que estuve tres veces muy cerca de recuperar a mi hija. Pero esos operativos fueron obstaculizados por algunos policías y fiscales.

Y como la investigación en la vía formal no avanzaba, empecé a contratar a investigadores privados. Primero llegaron algunos miembros de los carabineros de Chile que fueron expulsados del país al ser encontrados por la Policía.

Posteriormente contraté a un investigador de la Interpol de Londres al cual no lo dejaron entrar cuando llegó al aeropuerto de Santa Cruz, pese a que había hecho el trámite ante la Cancillería del país, porque tenía equipos de seguimiento telefónico.

El que sí estuvo en el país durante tres meses fue un detective psíquico de origen uruguayo italiano, quien logró reunirse con la Fiscalía, la Policía y muchas de las autoridades que estaban haciendo el seguimiento del caso. Él dio muchas pistas y elementos para que continúe la investigación, pero no pude hacer que permanezca más tiempo por el costo elevado.

Este detective ayudó a resolver algunos casos como el de un cocalero desaparecido y otros más.

Considero que los datos que aportó el psíquico ayudaron bastante en la investigación formal, pero posteriormente, con el cierre del caso, y como el investigador asignado no funcionaba, abandoné la vía formal y me dediqué a la búsqueda de manera privada.

Y justamente ahora quiero formalizar todos estos avances, porque ha llegado la hora de que haya detenidos y se hagan algunos operativos que necesariamente deben tener el acompañamiento de la Policía y la Fiscalía para que tengan valor legal.

P. ¿Ha recurrido a la ayuda de yatiris?

R. Quienes me conocen me sugirieron nombres de personas que podrían ayudarme a encontrar a mi hija, pero lamentablemente no ha habido coincidencia de ninguno de ellos, ningún aporte de relevancia para la investigación. Pero en lo que todos coinciden es que mi hija está viva y que en algún momento aparecerá.

P. ¿Ustes ha conformado una organización que apoya a familiares de personas desaparecidas, en qué consiste esta asociación?

R. Al inicio yo cumplía prácticamente horario de oficina en la Fiscalía y en la FELCC, tratando de impulsar el caso, pero sin mayores logros. Y si yo siendo abogada no lograba ningún resultado, comencé a ver que esa era la realidad de otras familias que se encontraban en peores situaciones, porque en muchos casos ni siquiera se aceptaba la denuncia por motivos totalmente jalados de los cabellos. Recuerdo a una mujer que tenía a su hijo desaparecido durante tres años, pero que no se abría el caso porque no contaba con una foto actual, solo tenía una de niño.

Por estos extremos empecé a reunir a las familias de personas desaparecidas padres, madres y hermanos, para intercambiar información y hacer las investigaciones por nuestra cuenta.

De esa manera se conformó la Asociación de Familiares de víctimas que continúa vigente, pero con un número fluctuante.

Cuando se logra recuperar a una persona, sus allegados dejan de participar porque no quieren saber nada más. Pero cada día se conocen más casos y otras familias se nos unen.

Incertidumbre de Bahamas continúa, un lustro después

Hace cinco años, cuatro bolivianos debían abordar una embarcación en Bahamas, con destino a Miami (Estados Unidos), según el último contacto que uno de ellos tuvo con su esposa, pero desde ese momento no se supo más de ellos.

Los cuatro bolivianos que habían sido seducidos por el sueño americano, y convencidos por una agencia de viajes, pagaron como promedio siete mil dólares a Marilyn Tours e inmediatamente partieron a Bahamas, en octubre de 2011.

Francisco Álvarez Reyes, Sandro Velásquez Delgadillo, Ovidio Quispe Mamani y María Luisa Huayhua de Guareti son las cuatro personas que están desaparecidas desde esa fecha.

Desde Bahamas, los cuatro migrantes debían recorrer por mar 400 kilómetros que separan a este país de Estados Unidos, pero nunca llegaron a su destino y no se sabe a ciencia cierta lo que pasó con ellos.

El último contacto que tuvieron los familiares con uno de los viajeros fue el 28 de octubre de 2011, cuando les comunicó que estaban a punto de abordar una embarcación que les iba a transportar hasta Miami.

VIAJE INFRUCTUOSO

El abogado que asiste a los familiares de las cuatro víctimas, Rolando Ramos, recuerda que en julio de 2012 viajó con ellos a Bahamas para buscar noticias de los desaparecidos, pero no se logró obtener nada concreto y más bien se pudo “establecer que habrían fallecido en el trayecto de Freeport y Miami West”.

Ramos explica que si bien no se tiene la certeza de que estén muertos, es difícil que hayan sobrevivido. “No se hallaron los cuerpos, pero las informaciones que tenemos apuntan a que habrían muerto en el trayecto entre Bahamas y Miami”.

HIPÓTESIS

El abogado insiste que si bien no se sabe qué pasó con exactitud en el trayecto entre Bahamas y Estados Unidos, el hecho más próximo es que las personas que recibieron la plata para dotar de una buena embarcación para el viaje, les habrían proporcionado una en pésimas condiciones, para ahorrar dinero y sacar mayor provecho.

Y ese barco, según la hipótesis de Ramos, se habría hundido en el trayecto. Se sospecha que en esa ocasión habría fallecido también un ciudadano de Bahamas, quien presuntamente era el guía que estaba a cargo del bote.

La otra hipótesis que se maneja es que los cuatro viajeros habrían sido asesinados por los traficantes de personas, debido a que no querían dejar rastros, “posiblemente porque la legislación de Estados Unidos castiga con severidad a los tratantes”.

Cuando una embarcación de traficantes es interceptada, se secuestra la nave y se sanciona con penas de cárcel de 15 años o más a los responsables.

“Lo que hacen los traficantes es matar a los que llevan y los arrojan al mar, para deshacerse de la evidencia. Esa es otra de las historias tenebrosas que hemos escuchado”, puntualiza el abogado.

SIN CONSUELO

Ramos apunta que para los familiares de estas cuatro víctimas ha sido y es un gran sufrimiento porque no saben con certidumbre lo que ha pasado.

La madre de uno de ellos tiene 80 años y no puede sobrellevar el dolor de haber perdido a su hijo.

Y como la mujer guarda en su fuero íntimo la esperanza de hallarlo con vida, se resiste a dar una cristiana sepultura a su pariente, porque para ella no ha muerto, sigue vivo.

Ramos señala que el problema es también para las esposas de tres de las víctimas, porque como mantienen la esperanza de que encontrarán a sus parejas en algún momento no se animan a rehacer sus vidas.

“Los hijos de una de las víctimas están convencidos de que su padre está vivo y volverá en cualquier momento”, apunta.

ENGATUSADOS

El abogado Ramos recuerda que lamentablemente estas cuatro personas fueron engatusadas hace cinco años por unos traficantes que les hicieron creer que había una vía segura para llegar a Estados Unidos y consolidar el sueño americano que estos buscaban.

Recuerda que se llevó adelante el juicio oral contra tres personas acusadas y se logró una sentencia condenatoria que dispone de ocho años de cárcel para “el implicado principal” y penas menores para los otros dos imputados.

Los implicados deben, en consecuencia, reparar los daños civiles.

“Se tiene una sentencia en contra de estas personas y vamos a buscar por sobre todas las cosas hacer justicia para que hechos similares no se repitan con otros hermanos bolivianos”, puntualiza Ramos.

Estas tres personas han sido sentenciadas por el Tribunal de Sentencia Nº 2 por tráfico de migrantes.

“El tribunal ha valorado todas las pruebas y concluyó que estas personas estaban lucrando con el dolor de la gente”.


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