Monday, November 7, 2016

Una persona secuestrada puede llegar a reproducir la violencia

En principio, hay que hacer una diferenciación entre lo que supone una desaparición forzada y una voluntaria. En el caso de la segunda, lógicamente no se produce a edades tempranas, por ejemplo durante la infancia.

Cuando se trata de una desaparición forzosa, se debe tomar en cuenta la edad de la persona. No es casual que un niño o un adolescente, a temprana edad, decida tomar este tipo de decisiones, por lo que generalmente las desapariciones se producen de manera abrupta.

Respecto de una desaparición forzosa, hay que tomar en cuenta de que existe una persona desaparecida y que hay incertidumbre en este sentido, a diferencia del fallecimiento, donde ya se asume la pérdida de un ser querido.

En ese sentido, es muy claro establecer que principalmente los miembros familiares más cercanos a la persona desaparecida experimentan un alto grado de depresión.

A lo largo de todo este proceso, estas situaciones de ansiedad, de síntomas que son compatibles con el estrés postraumático, alarma y angustia, porque ha supuesto en la integridad respecto de la vida de esa persona, dificultan la situación de asimilación de la pérdida de un ser querido.

Deberían, en todo caso, existir mecanismos idóneos de esclarecimiento de una desaparición forzosa. Por ejemplo, el hecho de que las familias tengan derecho a que se les brinde la información necesaria de la búsqueda que se está realizando para esa persona.

En el caso de que, por ejemplo, una de las personas desaparecidas haya podido ser víctima de delitos adicionales como trata y tráfico, comercio sexual o realización de trabajos forzados, llega a desarrollar cierto tipo de comportamiento que produce un menoscabo personal y emocional, relacionado con sintomatología postraumática.

Esta persona tendrá terrores nocturnos, pesadillas, dificultad en el manejo emocional y de sus impulsos, un alto grado de depresión y ansiedad que devienen del sentido de soledad que experimentan. Entonces debemos entender que esta persona nunca más volverá a ser la misma que era antes de su desaparición.

Entonces, se modificará su comportamiento, se encontrará un alto grado de indicadores compatibles con la situación de violencia experimentada y que producen regresión, una baja autoestima, una marcada dependencia, sobre todo en función con la persona que ha propiciado su desaparición y el objetivo fundamental de la desaparición de esa persona.

En el caso de los menores, y continuando con esta suposición que la persona sobrevive a la desaparición forzosa, se va a desarrollar el tipo de comportamiento o conducta que ha sido desarrollado por sus captores, de manera activo pasivo. Es decir, si estas personas han sufrido violencia psicológica, física o sexual, la persona o el niño, durante la edad adulta llegará a desarrollar este tipo de indicadores de comportamiento en el relacionamiento a futuro. Entonces reproducirá, ya sea la violencia, teniendo un comportamiento sexualizado, igualmente coercitivo en el diálogo con otras personas.

O por otro lado, también se puede llegar a desarrollar todas estas situaciones de manera pasiva. Entonces, los afectados a la larga van a continuar siendo víctimas, precisamente porque esta situación de baja autoestima, inseguridad e inestabilidad emocional crean un grado de dependencia, sobre todo en función de la aceptación de otras personas. Será alguien que se dejará victimar o violentar en cualquier aspecto.

Continuando con los familiares de las personas desaparecidas de manera forzosa, se puede entender que sus prioridades propias en primera instancia están expresadas en la necesidad de saber qué sucedió con su familiar desaparecido, eso es algo que les obsesiona, les crea angustia intensa y duradera.

En todo caso se tendría que observar mecanismos adecuados de búsqueda para dar respuesta a la problemática de los familiares en cuanto a la desaparición de sus personas queridas.

Según la experiencia, se sabe que el dolor psicológico sigue muy presente a lo largo de años y aunque transcurran los hechos, las personas no olvidan a sus familiares desaparecidos.

El tiempo transcurrido desde la desaparición no disminuye el dolor de los seres queridos.

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