Tuesday, July 11, 2017

San Roque: Cuando se agradece por estar en una cárcel


CÁRCEL MODELO

La cárcel de San Roque fue considerada un recinto penitenciario modelo por las autoridades del Ministerio de Gobierno debido a su organización interna, la presencia de una unidad educativa de educación alternativa y de la carrera de Agronomía de la Universidad San Francisco Xavier, además de que varios internos pueden salir a estudiar otras carreras acompañados de custodios.

Los privados de libertad en Sucre conviven gracias a la aplicación de estrictas reglas internas que les permite evitar conflictos internos y que no los trasladen a centros penitenciarios en los que temen por su seguridad

Para hablar del penal de San Roque no sólo basta decir que es la cárcel con mayor cantidad de privados de libertad en Chuquisaca y que sus espacios son multiusos para acoger a los internos, ya que pese a toda la incomodidad propia del hacinamiento arrastrado por varios años, para los recluidos este recinto es un espacio modelo pero ¿por qué? ¿Es posible que puedan sentirse aliviados por estar ahí?

Por muy sorprendente que pueda sonar, los privados de libertad sienten hasta cierto agrado por estar en San Roque porque temen que en otros recintos carcelarios del país sus vidas dependan de una pugna entre grupos de poder internos o de que puedan contar con altos recursos económicos para garantizar su estabilidad.

Aunque es cierto que también en San Roque se pide “aportes” a los que ingresan al recinto, según una de las privadas de libertad, la medida no sería a cambio de que se les garantice seguridad a los nuevos, sino porque ellos afirman que requieren esos recursos para organizar actividades internas para fechas especiales como el Día de la Madre o del Padre, o para cubrir necesidades para los privados de libertad.

Eso sí, afirma la reclusa, el aporte no se exige a las personas de escasos recursos económicos, una situación en la que están los sancionados provienen del área rural.

“Antes se podría decir que era un poco agresivo (el recinto de San Roque), pero desde la ley de traslados nadie quiere irse a otro lado como San Pedro o Palmasola”, cuenta Iván Guzmán, más conocido como el “Ñañay”, un privado de libertad que dice que no tiene ningún problema en firmar sus opiniones, es que “todos ya me conocen así”, afirma.

Es así que el miedo de que los remitan a otros recintos los hace sentirse felices y los obliga a mantenerse ordenados con el cumplimiento de estrictas reglas internas para que su saturada convivencia sea llevadera.

“Aquí no pasa eso señorita, aunque usted no me crea es bien estricto el penal, es una cárcel modelo, yo lo llamo excelente porque no hay otra palabra mejor que esa, tiene el máximo de disciplina, es única”, cuenta Guzmán, uno de los casi 500 hombres que están recluidos en San Roque, un lugar que –sin tomar en cuenta algunas modificaciones recientes, que no representan un cambio importante– tiene una capacidad estimada para 120 personas, según datos de la Defensoría del Pueblo.

En el sector de mujeres la situación es igual. “Es estrictamente prohibido decir malas palabras delante de los niños”, tenemos nuestro reglamento y los castigos son la limpieza de pabellones por ejemplo”, comenta Karina (nombre ficticio) otra privada de libertad que también cumple una sanción en San Roque y que considera que en cuanto a organización, el penal no suele tener problemas, aunque el hacinamiento es evidente, al menos “en el sector de varones, porque nosotras no somos tantas”, comenta.

La cárcel de San Roque fue considerada un recinto penitenciario modelo por las autoridades del Ministerio de Gobierno debido a su organización interna, la presencia de una unidad educativa de educación alternativa y de la carrera de técnico superior en Agronomía de la Universidad San Francisco Xavier, además de que varios internos pueden salir a estudiar otras carreras acompañados de custodios.

DETENIDOS PREVENTIVOS: EL 60%

De acuerdo con un informe remitido por el representante del Defensor del Pueblo en Chuquisaca, Edwin Martínez, en Chuquisaca hay un total de 611 privados de libertad, de los cuales el 60% corresponden a personas que cumplen con una detención preventiva mientras todavía es juzgada a la espera de una sentencia.

“El hacinamiento es más preocupante en San Roque, tenemos 521 privados cuando el penal tiene capacidad para 120 personas, hay una desproporción grande; también hay hacinamiento en Camargo y Monteagudo, en otras carceletas no se advierte esta situación”, comenta Martínez, al precisar que la capacidad del penal para 120 personas no contempla el nuevo espacio de ocho por 15 metros, erigido con el trabajo de los mismos internos y donde actualmente duermen 41 personas.

Sin embargo, la directora departamental de Régimen Penitenciario de Chuquisaca, María Angélica López, afirma que no cuenta con una cifra exacta de la capacidad del penal de San Roque ya que al ser una casa readecuada para funcionar como una cárcel y haber sufrido algunas modificaciones se requiere un estudio particular para determinar cuántas personas pueden habitarla adecuadamente.

“Se inauguró un ambiente y sala social. Estamos estudiando y analizando la capacidad de esta casa, es un estudio pormenorizado porque debemos hablar de espacios, no de celdas”, precisa López y es que en realidad ninguno de los centros penitenciarios de Chuquisaca fue creado para desempeñar ese rol, sino que todos son casas o hasta hoteles que fueron adecuados ante la necesidad de tener un espacio en el que los sentenciados cumplan con sus sanciones, aunque la mayor cantidad de personas están en la cárcel sin sentencia.

La Directora detalla que sólo en el nuevo ambiente habitan 41 internos, para quienes en pasados días se entregaron 40 colchones y 70 frazadas enviadas por el director general de Régimen Penitenciario de Bolivia, Jorge López.

Para los privados de libertad, la sobrepoblación carcelaria se debe principalmente a que los jueces envían al recinto a personas que cometieron delitos leves y no se consideran medidas sustitutivas.

“Los jueces mandan a las personas a la cárcel, pero luego no saben si comen, si se visten”, comenta Guzmán quien es uno de los reclusos más antiguos de la cárcel no sólo por la cantidad de años con los que le sancionaron sino porque fue reincidente y cumple una segunda pena.

López aclara que en el recinto sólo acatan órdenes y que por más hacinados que estén en el penal no pueden no recibir a un recluso, así que proceden a ingresarlo y a acomodarlo en alguno de los espacios con los que cuenta el lugar.

MANILLAS ELECTRÓNICAS

Ante el gran número de privados de libertad, el representante de la Defensoría del Pueblo considera que una de las medidas que podría aliviar esta situación es la aplicación de manillas electrónicas, de manera tal que los sancionados sean controlados a través de un sistema especializado y no se requiera de una gran cantidad de policías para controlarlos.

“Lo importante de trabajar este tema es que se debe atender el alto contenido de preventivos y se tiene que desarrollar políticas penitenciarias, una de ellas es la implementación de manillas electrónicas, porque son seres humanos, con dignidad y la implementación coadyuvaría en el problema”, comenta.

SUEÑOS EN LIBERTAD

Para Karina y para “Ñañay” el cumplimiento de su sentencia es su principal meta, para ellos salir de la cárcel será la culminación de varios años que les enseñaron distintas cosas, entre ellas el valor de tener a los suyos a su lado y el de desear no volver a estar recluidos.

Karina, que se dedica al tejido como parte de sus terapias ocupacionales dice que lo que recomienda a las mujeres que ingresan al penal es que aprendan a tejer croché para que la concentración al contar los delicados y escurridizos puntos las absorba lo suficiente para “no pensar”.

“Con los puntos es como si se fueran los problemas”, dice entre lágrimas y es que lo que más le acongoja es la vida lejos de su hija.

Actualmente ella realiza tejidos a pedido y al igual que la mayor parte de las mujeres encarceladas considera que su principal necesidad es contar con material suficiente para continuar con sus terapias ocupacionales. Lana, prendas para costurar, madera o incluso llantas son algunos de los materiales que requieren los internos de San Roque.

Para Karina no está claro a qué se dedicará una vez esté libre, aunque con seguridad continuará tejiendo, espera tener un trabajo.

Guzmán, más conocido como “Ñañay” dice que cuando salga del penal se dedicará a hacer bisutería, un arte que aprendió como parte de la terapia ocupacional en San Roque.

Tener más modelos y trabajar con material de mejor calidad para ofrecer un producto atractivo es su prioridad y dice que le gusta mucho y que está seguro de que no volverá al penal.

“Pude haberme tropezado una vez, y otra vez más, pero no voy a caer una tercera”, afirma con una gran convicción.

Guzmán salió bachiller dentro del penal y ahora desea estudiar Agronomía la carrera que se ofrece a los internos del penal, aunque son libres de elegir otras o incluso continuar con posgrados.

CÁRCELES LLENAS, UN PROBLEMA COMÚN EN LATINOAMÉRICA

La deficiente infraestructura penitenciaria en Latinoamérica incide en forma directa y negativa en el sistema, ya que da como resultado el hacinamiento, la anarquía, la violencia y pocos programas de reinserción para los prisioneros, afirman expertos.

Las instalaciones antiguas, que en muchas ocasiones no fueron previstas para cárceles, la falta de espacio y de condiciones mínimas de trato digno preocupa a expertos internacionales porque es una realidad que se presenta en toda la región.

La sobrepoblación además de ser un grave mal en sí mismo, afecta las condiciones de higiene, salud, comida, descanso y seguridad, esta última tanto por la alta posibilidad de fugas como la de los funcionarios penitenciarios, advirtieron especialistas reunidos en el II Taller Latinoamericano de Infraestructura Penitenciaria que se efectuó esta semana en Costa Rica, realizado el pasado junio.

El jefe de la delegación regional del Comité Internacional de la Cruz Roja para México, América Central y Cuba, Juan Pedro Schaerer, indicó que esta serie de problemas impacta a los prisioneros en su condición de detención y de respeto de las garantías judiciales de las personas.

"No se trata simplemente de construir cárceles, sino mejorar el sistema de una manera más amplia e integral para asegurar todos los aspectos que tienen que ver con una política criminal. Es brindar mantenimiento, ofrecer ideas y soluciones, pero más que todo es una reflexión a nivel de la región y de lo que se debe mejorar", afirma Schaerer.

El experto explica que en los últimos diez años se ha dado un aumento, en especial en México y Centroamérica, de detenidos en su mayoría jóvenes vinculados con organizaciones criminales que han llegado a las cárceles y que han sobrepoblado estas infraestructuras.

Datos del Instituto Latinoamericano de las Naciones Unidas para la Prevención del Delito y Tratamiento del Delincuente (ILANUD) indican que los países con mayores niveles de hacinamiento son El Salvador con 248%, Venezuela (220%), Bolivia (212.3%), Guatemala (203%), Perú (127.7%), Nicaragua (107.2%), Paraguay (97.2%) y Ecuador (73.5%).

Además, a las autoridades les preocupan las cifras de México, con un 28.6% de hacinamiento y que suma 217.595 personas encarceladas; Panamá, con un 20.6% de sobrepoblación y 17.064 prisioneros, y Brasil, con un 67.3% de hacinamiento y con 250.318 personas en las cárceles.

"Si miramos las poblaciones que están ahora detenidas, en particular en Centroamérica, son personas muy jóvenes vinculadas con las maras y asociaciones criminales. Ellos han cometido crímenes pero es imperativo ofrecerles nuevas oportunidades para que puedan reintegrarse a sus comunidades y no caer en lo que hacían antes", afirmó Schaerer.

Para las autoridades, el reto para la región latinoamericana es la creación e identificación de normas y estándares técnicos, entre ellas las Reglas Nelson Mandela que definen condiciones dignas de privación de libertad.

Algunos principios fundamentales son un espacio mínimo de metros cuadrados para su vida privada, pasear y actividades físicas, facilitar una cantidad de agua potable para su higiene personal, lavado de ropa e hidratación y los pabellones deben contar con luz natural, ventilación y renovación de aire fresco.

"Es muy preocupante la cantidad de personas privadas de libertad sin espacio. Al incurrir en esto entramos a un diagnóstico de una prisión saturada, con altos niveles de conflictividad, con falta de asistencia y de personas especializadas, que provoca anarquía y violencia", manifestó a el coordinador de arquitectura penitenciaria de ILANUD, Daniel Prades.

Los altos niveles de hacinamiento son solamente una parte de las malas condiciones, pero según los expertos si se mira más a fondo se puede constatar la falta de personal, de capacitación y los escasos programas de reinserción y resocialización para tantos detenidos.

EL HACINAMIENTO AFECTA A SU SALUD

La gran cantidad de personas que habitan un espacio tan reducido incide también en el estado de salud de los internos y es por eso que son considerados un grupo importante para el control de enfermedades con el objetivo de evitar brotes que afecten rápidamente a todos, comenta el responsable del programa ITS-VIH-SIDA del Servicio Departamental de Salud (SEDES) Chuquisaca, José Sandoval.

De hecho, hace unas semanas el SEDES visitó el lugar para controlar el estado de salud de los internos en algunas áreas. La campaña mostró que entre el 5% y 6% de personas con síntomas de anemia tenía esa condición.

Sandoval precisa que la importancia de controlar los casos de enfermedades en este tipo de recintos radica en que al ser poblaciones “conglomeradas” requieren de atención especial para evitar brotes epidemiológicos y que actualmente los datos no muestran un riesgo de ese tipo, aunque sí exigen mayor atención al sector.

Según la Directora de Régimen Penitenciario la situación respecto a salud en el penal no suele tener inconvenientes gracias a campañas del SEDES y de otras instituciones que acuden a atender a los privados de libertad con diferentes campañas.

Asistencia familiar

Aunque no son una gran cantidad, sí suele haber detenidos por impago de pensiones y en su caso, el tiempo que permanezcan en la cárcel depende del cumplimiento de su pago.

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