Sunday, August 26, 2012

En Qalauma, jóvenes admiten sus delitos y desean cambiar

“Antes yo me dedicaba a estar en la calle. Yo digo que ya era hora de que caiga porque hice muchas cosas graves como robar y drogarme, pero gracias a Dios he tenido la oportunidad de cambiar”, cuenta Johnatan, de 16 años de edad, quien ahora está internado en el centro de rehabilitación para jóvenes Qalauma (Viacha) desde hace diez meses.

El reclusorio fue habilitado hace un año para albergar a 150 jóvenes, de entre 16 y 21 años, con el propósito de rehabilitarlos para que así vuelvan a la sociedad para trabajar y estudiar.

Actualmente hay 128 internos, de los cuales cinco tienen sentencia y el resto está con detención preventiva. No se informó a cuántos años están sentenciados.

Según informes de Régimen Interior, los jóvenes están recluidos por delitos que van desde hurtos hasta hechos de sangre. El miércoles pasado, los muchachos salieron de la rutina de sus actividades para celebrar el primer aniversario del lugar que los acogió. Hubo una visita organizada por Unicef, en la cual participaron algunos periodistas.

En el patio principal algunos jóvenes sacaron a vender diferentes artesanías que aprendieron a hacer en Qalauma, entre éstas hay tejidos y joyas. Quienes aprendieron cocina ofrecieron panes, empanadas y pizzas.

Había decenas de muchachos con los rostros pintados, como si fuesen payasos, intentando captar la atención de los medios de comunicación, pero sin que fuesen reconocidos.

Uno de los disfrazados de payaso era Aldo, de 20 años. “A la persona que le hice eso no le quería hacer daño. Sólo lo hice por tener un poco más de dinero para comprarme algo de ropa. Yo quiero que mi madre, si va a leer esto, sólo me perdone por todo lo que le hice pasar. Quiero volver con ella”, asegura el joven.

En su rostro se observan lágrimas de color negro dibujadas en el contorno de los ojos. “Estoy arrepentido, pero Dios es grande y me va a saber disculpar”, dice el joven. Una lágrima sale de uno de sus ojos y al caer se mimetiza con las que están pintadas. Él sólo agacha la cabeza.

Los jóvenes se reúnen en el patio del centro penitenciario, donde empezó a tocar el grupo Octavia, cuyos integrantes son miembros de los Amigos de la Infancia de Unicef, un grupo de personalidades que representan modelos positivos para la sociedad

“Frío, dime si el calor es humano; miedo, dime si hay valor en llorar; clefa, dime si por dentro estoy enfermo; dolor, dame un poco más de alcohol”, se escuchaba en ritmo de rock que se fusiona con la cueca boliviana. Todos miraban atentos el show. Fue la primera canción que interpretó la agrupación a pedido de algunos internos.

“Yo no quería venir aquí, quería que me manden a (la cárcel de) San Pedro porque no quería que mis amigos me reconozcan. Pero gracias a ellos he cambiado. Al salir quiero seguir estudiando”, dice David, de 17 años, que también tenía el rostro pintado.

Adolfo, de 20 e hincha del Tigre, habla mirando al horizonte. “Quiero cambiar, sólo le pido a Dios que mueva mi corazón. Si a veces tus familiares no creen en ti, el único que te ayuda es él, nadie más”, afirma el muchacho.

Los chicos juegan entre ellos. Todos coinciden en que quieren olvidar lo que eran antes para “volver a nacer”. El show continúa en Qalauma. “Éste es el ritmo de mi redención...”, se escucha y el sol se oculta entre las montañas.

La inversión fue de $us 1,8 millones


La construcción del centro de Qalauma tuvo una inversión de 1,8 millones de dólares. La Unión Europea, con la cooperación italiana, dio 1,5 millones de dólares y el Estado aportó con 300 mil.

“Ahora el Estado está involucrado. Hemos puesto un equipo multidisciplinario que consta de un médicos, un abogado, un psicólogo, un educador y un odontólogo”, dijo el director nacional de Régimen Penitenciario, Ramiro Llanos.

Explicó que está previsto que los menores que lleguen a la mayoría de edad y aún deban cumplir su pena se beneficien con un indulto, enmarcado en un proyecto de Régimen Penitenciario, pero siempre bajo monitoreo de las autoridades.

La idea principal de construir el centro fue albergar a jóvenes que tengan sentencia. “En el país no existe una ley penal juvenil y lo que hay que hacer es exigirla. Ésta es una realidad y es un reto”, manifestó Llanos.

“No era justo que convivan con reclusos adultos, algunos abusaban de su juventud”, comentó el director de Régimen Penitenciario.



Testimonios
Daniel Pasó tres años en San PedroEstoy un año en Qalauma y tres años estaba en San Pedro. Me siento más cómodo porque me dan más facilidades para crecer como persona. Trabajo en el taller de panadería y lo hago todo el día. Nos dan una remuneración que nos sirve para nuestras necesidades diarias. Aquí he conocido a nuevos amigos, a los cuales les doy algunos consejos. Estoy aquí por un hecho de sangre, pero mis papás me dan apoyo moral porque saben que yo no soy malo. Estudiaré derecho porque puedo ayudar a otras personas. En todo este tiempo he leído siete libros de Carlos Cuauhtémoc Sánchez y Gabriel García Márquez.


Aldo, 20 añosVivía en la calle Estoy acá para poder cambiar y volver a la sociedad. Hay personas que te juzgan por lo que eres. Quiero salir de aquí y volver con mi familia. Yo vivía en la calle con mis otros compañeros, no dependo de mi familia. Me trajeron por robo. A la persona que le hice eso no le quería hacer daño. Sólo lo hice por tener un poco más de dinero en el bolsillo para comprarme algo de ropa. Quiero decirles a los chicos de afuera que no hagan nada malo, que cambien porque por simples cosas te traen acá y pagas una condena de 10 ó 15 años, y volver a la sociedad después de ese tiempo es duro, es como si estarías volviendo a nacer.


adolfo, 20 años Recluido hace seis meses.Yo cometí ese error, estaba en la calle, no he valorado mi vida y tarde me arrepentí. Me han culpado por el robo de un celular. Yo estaba tomando y un policía me calumnió. Mi caso no avanza porque lamentablemente soy huérfano y sólo tengo a mis hermanas que tienen otras responsabilidades. Aquí me han tratado bien, antes estaba en el taller de agronomía y ahora hago manillas. Dejé agronomía porque estoy un poco mal de los riñones. Mi primera expectativa es cambiar de vida porque si voy a seguir en la calle no voy a volver aquí por un robo, sino va a ser por un caso más grave. Le pido a Dios que me cambie.


David, 17 añosRealiza serigrafías Hace seis meses que me trajeron aquí por robo agravado. Eran dos chicas a quienes les he quitado sus celulares. Físicamente no les hice daño, pero psicológicamente sí. No quería que me traigan acá al principio porque estaban mis amigos y me iban a reconocer, pero me han recibido bien, me han hecho cambiar. Gracias a mis amigos he cambiado. He aprendido a valorar a mi familia, antes me salía de mi casa pero después me he dado cuenta de que los amigos con los que me escapaba no vienen a verme, sólo viene mi familia. Quiero retomar el colegio. Hago serigrafía en los talleres y me va bien.


johnatan, 16 años.Se dedica a la agronomíaEn noviembre de 2011 llegué. Cuando uno entra acá, uno se siente nervioso y tiene temor, pero después llegas a hacer amigos. Con todos me llevo bien. Soy agrónomo, aquí hay tres carpas y me dedico a cultivar nabos y lechugas, aprendí aquí a hacer eso. Antes yo me dedicaba a estar en la calle; mi vida ha sido un poco complicada y digo que ya era la hora de que caiga porque muchas cosas graves hice, como robar y drogarme. Gracias a Dios he tenido la oportunidad de cambiar. Cada uno lucha por su libertad. Yo los he visto a mis padres ayudándome aquí y afuera, uno no valora lo que tiene hasta que lo pierde.

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