Su construcción es de principios de 1.900 y hasta ahora, dicen que es una de las cárceles más tranquilas del país, no tiene áreas para clasificación de los internos por el tiempo, delitos ni edades como establece la Ley; hay una “contaminación” interna permanente entre reos peligrosos y detenidos preventivos.
El gobernador de la cárcel, teniente coronel Jorge Lora, manifestó que no hubo renovación de los vehículos para trasladar a los internos a las audiencias, los dos que tienen ya cumplieron su ciclo.
“Tenemos el barco y una camioneta sin gasolina. Hay días que hay hasta 18 audiencias al día y en muchos casos el recluso tiene pagarse su pasaje para asistir y volverse a pie”, afirmó Lora.
Comentó que uno de los vehículos antiguos, un GMS denominado “El barco” sigue funcionando, no tiene placa y al parecer fue transferido de la Dirección de Registro, Control y Administración de Bienes Incautados (DIRCABI).
La autoridad señaló que el hacinamiento ha llegado al extremo; en enero había 309 reclusos, a la fecha se incrementó un 25%, actualmente tienen 388 reclusos; 38 mujeres y 350 varones.
De los casi 390 reclusos, 92 tienen condena, el resto están con detención preventiva.
La seguridad está a cargo de unos 47 policías, 19 en un grupo y 20 en el otro. Seis están con vacación y dos desertaron.
Lora señaló que en la cárcel el armamento es obsoleto, sin proyectiles, no hay material para entrenamiento del personal, faltan manillas y otros elementos indispensables en la seguridad carcelaria.
“Necesitamos cámaras de vigilancia, la Gobernación, desde hace un año y medio que estoy en la dirección, solamente nos trae exposiciones y no hay nada concreto”, sostuvo el jefe policial.
El proyecto de la construcción de la nueva cárcel en la zona de Duraznillos aún está en estudio, entretanto se requiere mejorar al menos el sistema de seguridad y parte de la infraestructura del viejo penal San Roque.
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